Se ha convertido en una de las colecciones más esperadas de la semana de la moda de Nueva York y, por eso, puede decirse que Victoria Beckham vino, vio y venció. Me emocionó especialmente que su salida a la pasarela fuese fotografiada con ella entre lágrimas (la reacción a la respuesta de un público entregado a una colección más Victoria que nunca y al trabajo que se sabe bien hecho).
Lo primero que nos llama la atención de todas las salidas es el calzado plano (pese a contar con la colaboración y la firma de Manolo Blahnik), algo que sin duda es claramente opuesto a la naturaleza de la Spice, quien nos tiene acostumbrados a verla sobre tacones de más de 10 centímetros. Puede que haya sido la primera que por fín se haya dado cuenta de que la moda es para todas y para todos los momentos, o que debiera ser así, y nos facilite la labor.
Victoria nos presenta una primavera tricolor en blanco, negro y naranja rojizo, la única nota de color de sus desfiles (algo que también contrasta con sus coloridas colecciones anteriores), en la que los minivestidos y minifaldas tienen un papel predominante relegando a un segundo plano los pantalones skinny.
Me gustan especialmente las blusas que Victoria combina con faldas estilo fifties pero en versión mini, las transparencias que incorpora a algunos vestidos y los encajes que aparecen en las partes centrales de las prendas y en las mangas.
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